"Si no has hecho cosas dignas de ser escritas, escribe al menos cosas dignas de ser leídas".
Giacomo Casanova

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14 de noviembre de 2010

Torcuato abandonado (I)


(Relato de Stefano Benni inédito en España. Publicado en Italia en el suplemento del periódico La Repubblica, el pasado agosto. Ilustraciones originales de Luca Ralli)

(1ª Parte)

El jubilado Torcuato, de 83 años, se despertó una mañana y se dio cuenta de que había sido abandonado. El hijo, la nuera y el nieto no estaban en casa. Las maletas habían desaparecido del armario. Una aleta de buceo delante de la puerta testimoniaba una partida apresurada. Sobre la mesa de la cocina un billete de diez euros y una nota: “Querido abuelo Torcuato: tuvimos que irnos de improviso. Estábamos en stand by con un ticket low cost de la Brian Air para Sharm el Sheriff y nos han hecho un fast boarding con preaviso de tres hours. Por desgracia con estos billetes sacados por ordenador se hace así. El avión hará escala en Frankfurt, después Orio al Serio, nuevamente Frankfurt, después Moscú, después París y de nuevo Frankfurt, después Forlí y pasado mañana estaremos al fresco en Sharm. Te dejamos dinero y dos botellas de agua en la nevera. Si tienes calor está el ventilador, si tienes hambre está el supermercado, si te sientes mal llama al doctor Del Prato. Volvemos en quince días. Buena suerte. Aldo, Piera y Ninni”. Al instante el abuelo Torcuato blasfemó sin stand by despertando a medio edificio. “Abandonado como un vagabundo”. Sin embargo tendría que haberlo sospechado por algunos signos premonitorios. Desde hacía algunos días la familia estaba de forma sospechosa delante del ordenador, pronunciando palabras como ticketless y reservation. Después, la anómala presencia en la nevera de un tubito de crema solar que él había extendido sobre el pan creyéndola mayonesa. Por último, el hecho de que su hijo Aldo hubiese preparado un paquete de lecturas: un libro sobre las medusas y diez kilos de Gazette dello sport antiguas. Todo señales de una partida inminente.

“Paciencia” pensó el abuelo Torcuato “me han abandonado, deberé sobrevivir dos semanas”. Hacía un típico día de clima mediterráneo: treinta y ocho grados reales, cuarenta y dos perceptibles y cuarenta y cuatro si estás jodido. De hecho, el abuelo estaba jodido y chorreaba sudor.

Buscó el ventilador en el armario trastero. Le quitó las telarañas, lo enchufó y éste giró durante treinta segundos, rechinó y se rompió con un gemido de agonía. El abuelo le oyó decir: “No soy capaz”, pero tal vez fuese una alucinación debida al calor. Abrió la ventana. Una vaharada metió en casa olor de basura incandescente y guisos variados, junto con arena desértica, mosquitos tigre y el sonido de ambulancias que llevaban al hospital abuelos colapsados.

En la terraza de enfrente un gato maullaba penosamente, abandonado también, él con dieciséis kilos de comida seca. El abuelo encendió el televisor y nunca “encender” fue un verbo más apropiado, porque el botón estaba al rojo vivo. Un meteorólogo decía que la ola de bochorno estaba absolutamente prevista y que duraría hasta el lunes o el miércoles o hasta noviembre, pero todo estaba dentro de lo normal. Después salía un ilustre médico que desde su barca fondeada explicaba cómo defenderse del calor: “Basta con no salir desde las diez a las seis. A las personas ancianas les recomendamos beber mucho y una dieta rica en verduras, triptófano, aves y ácidos oléicos. También recomendamos…”

— Vete a tomar por culo —dijo el abuelo y apagó.

De cualquier forma necesitaba comer, el estómago rugía. En la nevera no había más que una corteza de parmesano. Intentó romperla con el cuchillo, después con un punzón, después la chupó como un helado, finalmente se cabreó y la tiró a la calle donde se incrustó en el asfalto.

Tenía que llegar al supermercado. Tan sólo había doscientos metros, pero ¿lo conseguiría?

Continuará...

1 comentarios:

David dijo...

200 metros no es mucho...
Aunque que le hayan dejado la nevera vacía.. Canallas.
Por cierto, ¿Solo en casa para la tercera edad? ;-)
Un saludito.