Antes de comenzar debemos informar a los dilectos lectores y lectoras de nuestro blog que el libro que traducimos pertenece a la editorial Feltrinelli, que su primera edición vio la luz en octubre de 1987, y que nosotros trabajamos con la cuadragésimo cuarta edición de enero de 2008.
Existe una traducción al castellano, realizada por Silvia Gaspar Porras y editada por Seix Barral en 1992, pero esta publicación está descatalogada por la propia editorial, y nos ha resultado imposible conseguirla ni siquiera en librerías de segunda mano.
Además, si bien vamos encargándonos cada uno de los distintos cuentos que publicamos, solemos consultarnos dudas y hacernos recomendaciones. En este punto, tengo que aclarar que mis conocimientos de italiano son ínfimos; más aún, he empezado a aprender esta bella lengua justamente tratando de traducir a lo bestia a este buen hombre. Por supuesto, creo en una mínima y suficiente calidad de mi trabajo, aunque esta creencia sólo es posible bajo las imprescindibles aportaciones y la supervisión de Lula Fortune a mis esfuerzos, y por la soltura de su italiano que es la que, al fin y a la postre, alienta y permite que andemos embarcados en esta aventura.
Y sin más preámbulos...
PRÓLOGO
No sé si me creeréis. Pasamos la mitad de la vida ridiculizando aquello en lo que los demás creen, y la otra mitad creyendo en aquello que los demás ridiculizan.
Caminaba una noche por la orilla del mar de Brigantes, donde las casas se asemejan a navíos hundidos, inmersos en la niebla y en los vapores marinos, y donde el viento da a las ramas de las adelfas lentos movimientos de algas.
No sabría decir si perseguía algo o estaba siendo perseguido: recuerdo que eran tiempos difíciles, pero yo, quién sabe por qué extraña razón, era feliz.
De improviso, del silencio oscuro salió un elegante viejo, vestido de negro, con una gardenia en el ojal, y al pasar cerca de mí se inclinó ligeramente. Me puse a seguirlo intrigado. Yo andaba a buen paso, pero me costaba seguirlo de cerca porque parecía que se movía volando a un palmo de la tierra, y sus pies no hacían ruido sobre la madera húmeda del muelle.
El viejo de detuvo un momento, trazando en el aire gestos con los que parecía calcular la posición de las estrellas. Luego asintió con la cabeza y empezó a descender una escalerilla que del muelle bajaba hacia las aguas oscuras.
— ¡Deténgase, Señor —grité—, no lo haga!
Pero el viejo no me escuchó, en un instante tuvo el agua hasta la cintura, y poco después desapareció.
Sin tardar, vestido como estaba, me lancé al agua. Estaba helada, y sobre el fondo cenagoso yacían basuras y cuerdas. Miré a mi alrededor buscando señales del hombre, y con gran maravilla vi, suspendido a pocos metros del fondo, un cartel luminoso con la palabra “Bar”. Hacia él se dirigía tranquilamente, caminando como un buzo, el viejo de la gardenia. Como en un sueño nadé también hacia aquel cartel que iluminaba el agua de azul.
Llegué así a una construcción incrustada de nautilos, con una puerta de madera. La puerta se abrió de pronto y el señor de la gardenia me tendió la mano. Tiró de repente de mí y enseguida me encontré en un bar acogedor, luminoso y lleno de clientes. Estaba decorado con muebles de diverso estilo, algunos de antiguo sabor marinero, otros exóticos, otros decididamente modernos. La barra parecía el costado de un barco, de tan lustrosa e imponente como era. Sobre el despliegue de botellas había un gran ojo de buey de cristal por el que se podían admirar árboles de coral y bancos de peces. Los clientes bebían y charlaban como en cualquier bar de tierra firme. Como se puede constatar en el dibujo de la portada, formaban el grupo más extravagante que yo había visto nunca. El camarero me hizo señas para que me acercara. Tenía una expresión irónica y su cara recordaba a aquélla de un famoso intérprete de películas de terror. Me ofreció un vaso de vino y me clavó una gardenia en el ojal.
— Estamos contentos de tenerlo entre nosotros —dijo en un susurro—. Le ruego que se acomode porque ésta es la noche en que todos los presentes contarán una historia.
Me senté y escuché los cuentos del bar sumergido.
11 comentarios:
congratulazioni!
esta joya para ti:
http://www.youtube.com/watch?v=re0yKZd4V3s
beso.
Les felicito porque esta es una iniciativa acojonante. Y mi primer e-book, con su permiso, señores.
Mua.
Grazie, cara Ana... Bueno, bueno, espera, la joya ¿para quién es? Uy, ¿para la Lula? Mira qué bonito, oye... Un besazo, y aunque aún me manejo mal con el gallego, que no nos falte de na, y mucho menos tú.
Un honor, Ra, un honor andar metidos en tu primer librito electrónico, de veras. Besos.
Tante, tante grazie, Ana, ma io condividirò questo joiello con Sir John. Baci.
Sorry Mister SJM, es questoyquenomentero! ¡besazo!
Sir, concédeme este baile please!
http://www.youtube.com/watch?v=c4FZbyi0C9M
Este es un bar en el que hasta la pulga tiene algo que contarnos, como si lo viera... Ya estoy en mojadas ascuas, ¿se me permite fumar un mojado marlboro?
Don't worry, my dear Ana, si estaba bromeando, si en un ratito que estuve en cierto jardín que yo me sé me di perfecta cuenta que eres una bomba de cariño. Y claro, claro que bailo, seguro que mal, pero bailo contigo, faltaría más... Y ya puestos y lanzados, luego nos bailamos esto: http://www.youtube.com/watch?v=l9B2lNU-xQM. Bico.
Por supuesto, amigo Sean, pasa y ponte cómodo. Este es el único bar en el mundo donde debería estar permitido fumar delante de los niños... Un abrazo submarino.
Los libros duelen cuando te cortas,
pero son bonitos.
Los libros duelen,
por ser de bebecitos.
!Los libros duelen si te cortas¡
!Ten cuidado buen lector¡
que ese libro te corta, cuidado
lee bien para ser grande.
- ¿Y que hago?
- !Leer¡ niño mayor.
Carmen Moreno (poema del dia)
Xúrocho broder, bailei con Pacino pero pensando en ti...¡muac!
¡¡Bravo, bravo!! Esta niña apunta, sí señor... Aunque ni por un segundo dudo de la educación que le dan y darán su madre y su padre, me pido ser su apoderado literario... Besos grandes y chicos...
Vaya, Ana, pues yo también juro que es la vez que mejor he bailado en mi vida... Pues no me he emocionado y todo con el tanguito... Besos.
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